EL JUEGO DE LA PELOTA

Los nahuas lo llamaron ullamalitzli (juego) y ulli (hule); por su parte, los mayas lo llamaron hom (que significa tumba). Se trata de un juego ritual no precisamente deporte, común a la mayor parte de las culturas mesoamericanas.

Se cree que representaba la lucha entre las fuerzas luminosas de la vida frente a los seres antagónicos del inframundo, donde la pelota era un símbolo cósmico, probablemente solar. Se ignoran sus reglas, pero se sabe que en algunas versiones solo estaba permitido golpear la pelota con caderas y codos; en otras, con antebrazos, rodillas, palos y manoplas.

Algunos investigadores afirman que el juego de pelota se practicaba durante la época de sequía para propiciar las lluvias. De igual manera se sabe que se jugaba individualmente o en equipos de hasta siete jugadores. Su importancia alcanzó tal magnitud que dio lugar al profesionalismo con apuestas que incluían joyas, esclavos, mujeres, esposas, hijos o la propia libertad del apostador. Diversas estelas lo ligan a cautivos y sacrificados.

Algunos arqueólogos creen que este juego fungió como sustituto político de la guerra, donde los líderes se disputaban la vida o algún territorio en confrontación.

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