Peña no va a informar esto

   Carlos Elizondo Mayer- Sierra

El día de mañana el presidente Peña Nieto nos informará sobre el estado de la nación. Sin embargo, la atención de su público más pendiente, sus correligionarios priistas, no estará en lo logrado el pasado año. Les importa el destape de su candidato a la Presidencia y sus posibilidades de triunfo en 2018.

31 de Agosto de 2017

Peña Nieto llegó a la Presidencia gracias a un plan. Apoyado en el peso poblacional y presupuestal del Estado de México, tejió una red de alianzas con sus colegas gobernadores, varios de ellos hoy presos o prófugos. Hace seis años Peña Nieto tenía una mejor posición en las encuestas que López Obrador hoy.

Ahora Peña Nieto tiene un plan de salida. Ganar la elección presidencial. De esto nada nos va a informar mañana. Sin embargo, buena parte de su energía ha estado y estará en qué hacer para poder dejar a su sucesor.

Su plan parece comprender las siguientes partes. Primero, controlar la selección del candidato de su partido. Tras la exitosa asamblea del PRI, la decisión será suya.

Segundo, escoger un candidato atractivo para el votante que le tiene miedo a López Obrador. Por eso no veremos como el destapado a un exgobernador del PRI, como Eruviel u Osorio Chong. Son lo que son. Ambos traen tatuado el sello de una marca desprestigiada. En la última encuesta de Reforma, 80 por ciento de la población piensa que el PRI no debe seguir gobernando al país. Por ello eliminó el candado que requería militancia priista para ser su candidato a la Presidencia. El beneficiario directo de ello es José Antonio Meade. Ese votante antipriista puede también ser atraído por Aurelio Nuño, dada su juventud y capacidad de enfrentar al sindicato de educación. Otro que podría jugar ese papel es Enrique de la Madrid. Ninguno de los tres carga con el desprestigio de haber hecho dinero desde el poder.

Tercero, derrotar al PAN en la primera vuelta electoral, la informal. El PAN y el PRI enfrentan en el corto plazo el mismo problema. Desplazar al otro como alternativa a López Obrador. Desde el año 2000 las elecciones presidenciales se han vuelto una disputa entre dos. Una parte del votante que apoya al candidato rezagado lo va abandonando, porque no quiere tirar su voto. De ahí el rápido desplome de Cuauhtémoc Cárdenas en el 2000, quien terminó en el tercer lugar con 17 por ciento del voto. Por eso estamos viendo una creciente lucha entre PRI y PAN, más agresiva que contra el propio AMLO. Una vez que se posicione alguno de los dos como la alternativa a AMLO, muchos gravitarán hacia el que sea la opción con mejores posibilidades.

Cuarto, evitar que la corrupción sea el tema central de la campaña. El Presidente sabe que de suceder esto, pierde. Los dos mayores enojos ciudadanos hoy son la corrupción y la inseguridad, por esto tampoco puede ser Osorio Chong el candidato. El PRI no puede ya limpiar su imagen. Sí puede tratar de mostrar que todos son iguales. De ahí el ataque a la familia de Vázquez Mota al arranque de su campaña por supuestos actos de corrupción de su familia. Resultó ser una mentira, pero el daño ya estaba hecho. En esta lógica se inscribe la acusación contra la familia de Anaya por enriquecimiento inexplicable. Las campañas van a incluir un agresivo manejo de información grabada o de presunta veracidad y el apoyo de los medios de comunicación para difundirla.

Quinto, regresar al mensaje de que López Obrador es un peligro para México. En este sentido está el subrayar la cercanía de AMLO con el decadente gobierno de Venezuela. El problema para AMLO es su incapacidad de distanciarse de ese gobierno con actos y declaraciones contundentes.

Sexto, tener órganos electorales, por decirlo suavemente, tolerantes. Les funcionó bien en las elecciones del Estado de México. Por ello, la Presidencia, al igual que decenas de otros actores, han impugnado las reglas de piso parejo propuestas por el INE ante el Tribunal Electoral, donde hay un buen número de magistrados que ya han mostrado “comprensión” a los problemas del PRI en el pasado.

Séptimo, movilizar el voto duro. Esto requiere muchos recursos y el control del gasto público.

El Presidente tiene un plan B: minimizar el riesgo de terminar con problemas ante la justicia si su partido llegara a ser derrotado. Tampoco nos va a informar de esto. Por ello quiere que la Fiscalía General autónoma la encabece su amigo Raúl Cervantes. En el mismo sentido está el buscar tener gente cercana en la Suprema Corte de Justicia. Paradójicamente, entre más visible sea el Fiscal su carnal, más fácil será, en el caso de que López Obrador fuera el Presidente, presionarlo para que renuncie. Esto será tema para otro artículo.

El Informe de Gobierno contará los logros de este quinto año, las carreteras, sin mencionar socavón, el crecimiento en las inversiones, sin hablar de las que no llegan por la inseguridad, etcétera. No contará el mayor logro: que su partido parece que puede volver a ganar la Presidencia, a pesar de ir en tercer lugar en las encuestas. Menos aún informará sobre el plan para lograrlo.

 

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