¿Alguien recuerda la dignidad y la legitimidad?

Armando Salinas Torre

La historia de la humanidad se encuentra llena de ejemplos que inspiran, enaltecen y son admirables, en tanto que existen experiencias de quienes provocan lo contrario, la diferencia son los principios que defendieron

Por los damnificados del sismo y los huracanes.

La búsqueda del poder por el poder mismo o el acaparamiento de la riqueza conducen a un retroceso que nos remonta a los orígenes de la humanidad, en los que se luchaba por la supervivencia, por los recursos naturales, por las tierras productivas o por dominar unos grupos sociales sobre otros, con los beneficios que ello implicaba en sus aspectos más deleznables.

Debemos recordar que, a pesar de los avances tecnológicos de la humanidad, aún cargamos con inmensos retos, desde los orígenes de las supuestas sociedades civilizadas, tales como la esclavitud, ahora conocida como la trata de personas, mediante la cual se sigue comercializando seres humanos de diferentes edades y sexos. Persiste el genocidio en diversas partes del mundo, así como existe el feminicidio y los homicidios a gran escala (baste recordar que en el presente año se superó el número de homicidios dolosos que en años anteriores), en los que se arrebata la vida como si ésta no tuviera significado alguno (a estas alturas del debate, pareciera que no podríamos comparar o igualar la vida humana con la vida animal).

La voracidad de los negocios sigue sin tener límites en comparación con el grado de desigualdad insultante, al que nos referimos en la colaboración anterior, en la que destacamos que el 10% de la población nacional disfrutaba de cerca de dos terceras partes de la riqueza que se generaba al año, en tanto que el 10% más pobre carecía de lo indispensable para vivir.

Todo ello es posible en nuestro país gracias a la extensa red de corrupción que, desafortunadamente, se aprovecha de las víctimas de este injusto y desigual sistema a través de sus líderes, que son cooptados para distribuir las migajas entre la sociedad para mantener todo el sistema funcionando.

La política, como actividad humana destinada a la conquista del poder, encuentra legitimidad en tanto enfrenta estos retos a los que me he referido. Sin duda alguna, recordamos grandes figuras de la historia que han luchado en favor de la abolición de la esclavitud, por la independencia de las naciones y por el respeto a la dignidad humana. En este sentido, la historia por la consagración de la democracia y los derechos humanos se encuentra escrita con la sangre y el sacrificio de quienes nos antecedieron para que gozáramos de una vida mejor.

Sin embargo, precisamente por el respeto de los forjadores de las instituciones que ahora tenemos, debemos nosotros continuar en la lucha por hacer realidad esas conquistas. Para que no sea en vano el sacrificio de los mártires de la democracia en todos los partidos de oposición, así como de los mártires por la lucha del derecho a la dignidad humana, del debido proceso, de la defensa de la vida frente a los criminales en todos los niveles, la defensa del patrimonio honestamente ganado, de la salud pública y privada, de la libre prestación de los servicios profesionales, de una vida digna y del bienestar común.

Ésa es la lucha que dignifica y enaltece, más allá de las posiciones de gobierno e intereses personales. Precisamente esos que pretenden protegerse del escrutinio público y de la rendición de cuentas.

¿Cómo se explica que los estados con mayores riquezas naturales son las entidades con mayor población en condiciones de pobreza y precisamente las más vulnerables y de mayor riesgo ante los fenómenos naturales?

Los escándalos de corrupción son insultantes ante el drama de las imágenes que se transmiten, en el contexto de la sonrisa de los responsables por omisión o acción de la disposición criminal de los recursos públicos.

Hoy se requiere de la solidaridad nacional para apoyar a todos los damnificados del sismo y los huracanes, sin embargo, esas poblaciones estarían mejor preparadas si no se hubieran desviado los recursos del erario  que se pierden en el drenaje de la corrupción, al igual que se mantienen las condiciones de bajo nivel escolar y de salud pública en dichas comunidades.

En la historia de nuestro país, la oposición ha construido un sistema que tiene la finalidad de garantizar y defender los derechos de todos. Aún no logramos que ese sistema funcione con los estándares promedio de una democracia consolidada, por ello no podemos perder de vista quiénes son los verdaderos adversarios a vencer.

 

 

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